Es como despertarse de un sueño,
apretando las manos contra los ojos, deseando, más bien implorando
volver a él... como un niño que cree que si no lo ve no existe.
Pero ahí está, la realidad es lo único que distingues a través de
la niebla, que te sonríe de forma paterna con cara de “estabas
tardando en volver”. Otra vez aquí, te dices, pero nada esta en su
sitio...
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