Tengo un dolor perenne alojado entre mi
piel y mi alma, un dolor primigenio que ni recuerdo cuando nació, ni
sé cuando morirá. Un dolor intermitente mezclado con ráfagas de
felicidad y ganas de vivir, que en días nublados ahoga con presión y
suspiros. Uno que alimenté como quien deja crecer la hiedra por
parecer inofensiva y hasta cálida, con ese abrazo eterno, hasta que
un día se da cuenta que lo q intenta es asfixiar hasta matar. Un
dolor de años, de interminables noches, en el que dudo que ninguna
célula de mi cuerpo sepa lo que es no sufrir. Uno que lleva de la
felicidad al abismo en tan solo un suspiro. Uno con el que lucho con
múltiples sonrisas cada día, al que ato con ganas como quien teme
que el perro vuelva a morder en cualquier momento. Un dolor que
quisiera olvidar, pero no puedo, quisiera limpiar, pero no sé. Un
dolor que no me deja ser feliz, como si tuviera que cumplir penitencia
eterna, a la cual me niego... un dragón al que conseguiré vencer, y
al que matare aunq sea solo con mis propias manos.... aunq tenga que
vaciarme las entrañas y llenarlas de nuevo...
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