jueves, 8 de agosto de 2013

LEYENDA DE LA PEDRIZA (un pequeño tributo)



Hace muchos años, cuando el mundo aún era un lugar inhóspito para el hombre, en una región no muy lejos de aquí, existe un bosque de piedras, …(más tarde bautizado como la pedriza) con bloques gigantes de granito con formas singulares que hacen dudar si, como apunta la leyenda, no hubieran tenido vida propia...


Una rivalidad eterna les ocupaba. El yelmo, con su majestuosa armadura, gritaba a los cuatro vientos que él era el más grande, mientras que las torres y sus agresivas agujas se reían, asegurando que el gigante no tenia nada que hacer contra ellas. Así fue como se creo una fuerte rivalidad entre la pedriza anterior y posterior...

pero un día...

El pájaro, águila pétrea y majestuosa, despertó de su intenso letargo arrancando sus garras ancladas en el suelo, remonto el vuelo con un grito agresivo, que retumbó y alcanzó cada rincón de la pedriza, sirviendo de aviso de que la guerra había comenzado, y la lucha seria encarnizada...


Incansables y feroces batallas enfrentaron a los riscos; sangrienta lucha se libro entre el elefante y los guerreros; el pájaro, en compañía de su retoño, arrancaron sin piedad alguna el hueso de la pierna del yelmo, y como botín de guerra, lo colocaron a su vera para que nadie olvidara cuándo el gran gigante calló… Muchos perecieron en junto al cancho de los muertos…; años de oscuridad y guerras invadieron cada rincón de la pedriza…; pero un día, a lo lejos, un pequeña luz apareció en el horizonte: La vela, cansada de tanta lucha, había encendido la llama de la esperanza, pidiendo así ayuda al gran centinela, que hasta ahora se había mantenido impasible e imparcial con su frío gesto pétreo.

La paz llego con el acuerdo de que sus entrañas siempre estarían divididas, la pedriza anterior y posterior prometieron ¡Jamás pisar las tierras del contrario¡. Y para ello, el gran centinela, estaría como vigía permanente: para que nadie rompiera el pacto.


Años han pasado desde entonces, nada queda de esa lucha, aunque permanezca la tensión y el acecho por si acaso la parte contraria rompiera el pacto. De ello se encarga uno por cada parte; la Maza y el Pájaro siempre en permanente alerta. Y ni un ápice de vida se vislumbra en sus peculiares riscos, expectantes y tensos, piedra granítica que enamora a, los que ahora, aprovechando la pausa de esos guerreros, nos abalanzamos en la “conquista“ de los que un día fueron conquistadores..